¡Muy buenos días!

Por fin viernes, verdad?

¿Qué tal os ha ido la semana? Espero que bien y que le hayáis sacado el máximo provecho.

Hoy os traígo un post  de la mano de la revista CuerpoMente con consejos sobre el consumo de sal.

A veces por falta de información hacemos mal uso de los alimentos o abusamos de ellos sin ser conscientes de lo perjudicial que pueden ser para nuestro organismo.

 ? Aunque no hay nada malo en echarle “sal” a la vida, conviene moderarse al ponerla en el plato y saber que muchos alimentos ya la contienen. Su presencia en la dieta suele ser excesiva.

En pocos años este antiguo y popular condimento ha pasado de ser esencial en la cocina a convertirse en un ingrediente conflictivo. Su consumo excesivo se ha relacionado directamente con la hipertensión.

La sal está formada por clor y sodio, y ambos elementos están presentes en el cuerpo. De hecho, el sodio es el electrolito más abundante del medio extracelular. Una persona sana no tiene, pues, por qué prescindir del sodio de la sal. El problema es que a menudo la dieta aporta más del aconsejable. 

En realidad, solo un 15-20% del sodio que se consume procede del salero o de la sal que se añade a la cocción. El resto se haya en alimentos y bebidas. De ahí la dificultad. Que un precocinado o un embutido contenga sal no es novedad. Pero saber que algunas galletas, quesos frescos o conservantes aportan dosis notables ya es más raro. El caso es que por hábito o desinformación se tiende a consumir más sodio del que se necesita.

En cualquier caso, una persona sana no ha de eliminar la sal, pero sí moderar su consumo : por ejemplo, usando más especias y plantas aromáticas, y consumiendo básicamente alimentos frescos. ?

Magda Carlas (médico nutricionista)

– Articulo de la revista CuerpoMente nº 251 –